Cada vez que nos vemos enredados
en una discusión,
lo mejor es darnos tiempo
para pensar muy bien
todos los aspectos de la situación.
Antes de ponernos a la defensiva
conviene que nos demos la oportunidad de ser más receptivos.
Cualquier problema tiene más de una solución,
siempre hay circunstancias atenuantes
que deberíamos tener en cuenta.

Debemos prestarnos a escuchar
y aceptar que todo tiene solución,
que nada es tan definitivo
como para que no exista un punto medio.
Antes de involucrarnos
en una gran disputa,
démonos tiempo para ordenar nuestras ideas
y sentimientos.
Debemos comprender que en nuestra vida
todo tiene su propia perspectiva
y, en vez de precipitar las conclusiones,
es importante que nos concedamos
tiempo para entender completamente.

Deanna Beisser