Cuentos -
Cuentos Fábulas y Mensajes
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Los vientos otoñales traÃan anuncios sobre los cercanos frÃos de invierno. Las golondrinas, que durante primavera y verano se habÃan multiplicado, en yuntas y dispersas por el monte y por las arboledas del campo, comenzaron a congregarse. Las parejas llegaban al lugar de la cita con la compañÃa de sus crÃos, y la bandada crecÃa cada dÃa. En largos y fantasiosos vuelos, se desplazaban como nube por el espacio, ensayando para las próximas exigencias. DebÃan emigrar en busca de otra primavera, y afrontaban el desafÃo de volar miles de kilómetros, para alcanzar aquel rincón de la geografÃa, donde el sol los esperaba con temperaturas agradables. Y llegó el dÃa de la partida. Un revuelo tumultuoso por el espacio, como precalentamiento y como despedida. Y enfilaron rumbo al nuevo destino. Guiadas por el viejo y sabio instinto se formaron en V, de manera que una encabezaba la marcha abriendo el camino en el espacio. Cuando la fatiga se hacÃa sentir, la compañera que la seguÃa detrás ocupaba su lugar. Asà avanzaban alternándose como en la proa de la bandada, compartiendo solidarias el esfuerzo. Pero la golondrina solitaria no respetó las reglas de juego de la especie, y decidió navegar por su cuenta. Le pareció duro el compromiso de ir abriendo camino en el aire para sus compañeras. ¡Pero la fiesta duró muy poco tiempo! Al cabo de un trecho, la fatiga comenzó a lentificar sus aleteos. ¡Y vio con pena como sus compañeras recuperaban la delantera! En un último y desesperado esfuerzo quiso alcanzar la bandada, pero sus fuerzas ya no le respondieron. Después de una larga travesÃa, la bandada llegó a destino y todas celebraron festivamente. Pero lamentaron la ausencia de la solitaria, que se habÃa perdido en el camino.
No te engañes como la golondrina solitaria. Vivir humanamente es convivir amando solidariamente. Nunca serás plenamente tu mismo, sin compartir el camino con tu prójimo.
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