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La lechuza, el benteveo y el espejo. Imprimir
Cuentos - Cuentos Fábulas y Mensajes

En pleno campo, un campesino tuvo una extraña ocurrencia. Edificó su vivienda y revistió por fuera una de las paredes con un espejo gigante.
Los vecinos pasaban por la calle y no lograban comprender el sentido y la finalidad se semejante espejo.
Las aves de corral, gansos, patos, gallinas y pavos, pasaban y se detenían como desafiados por una extraña presencia. Pero, salvo el atropello grotesco de algún gallo o algún pavo, todos se fueron habituando y ya no prestaban atención al espejo.
Pero no sucedió lo mismo con algunos pájaros.
Un benteveo se posó sobre las ramas del ceibo, que estaba junto a la pared, y miró detenidamente a ese otro benteveo que, a su vez, lo estaba mirando a él.
Molesto, encrespó sus plumas desafiante y vio que el intruso le respondía con el mismo gesto. Así se mantuvo un momento, hasta que, enfurecido, atropelló al espejo para atacar al enemigo. Lo hacía porque no toleraba que un extraño invadiera su espacio de vida.
Repitió el ataque hasta que se rindió vencido por sus propios golpes. Cayó y quedó tendido sobre el piso.
Y llegó la lechuza, que también se posó sobre el ceibo, y miró hacia el espejo sorprendida.
Fijó la mirada de sus ojos redondos y brillantes, encrespó su plumaje y arremetió violentamente contra el espejo. Lo hizo una y otra vez, hasta que cayó rendida sobre el suelo, junto al benteveo.
-¿Qué te pasó? –preguntó a su compañero de desgracia.
Éste ya algo repuesto, le respondió.
-Estuve atacando a un extraño que no respeta las reglas del juego. Está invadiendo mi espacio. ¿Y a ti, que te sucedió? –interrogó a su vez.
-Yo vi a ese animal con mirada fija y cara tan agresiva, que no pude  soportar el desafío y lo enfrenté con furia.
-Pero ambos caímos derrotados-concluyó el benteveo.

¡Cuántas veces, al atacar a tu prójimo, te golpeas a ti mismo!
¡Y cuántas veces rechazas de tu prójimo lo que te desagrada de ti mismo!

 
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