Generalmente cuando nos enfrentamos a un problema, buscamos la solución perfecta. Esto es solo un paso hacia la frustración que, con seguridad, nos llevará a la distracción y no a la acción.
Todos los problemas tienen tantas soluciones como personas creativas traten de solucionarlos. Por ejemplo. Juan le aseguró a María que la llamaría a las tres en punto. A las dos, el corazón de María ya estaba listo para recibir el llamado. A las tres, ya sentía ansiedad. A las tres y media, sentía frustración. A las cuatro, estaba enojada. A las cinco, se sentía furiosa y lloraba. A las seis, ya estaba preparada para asesinarlo o suicidarse. La desesperación la estaba consumiendo y su imaginación volaba salvajemente.
Sin embargo, existían muchas alternativas para manejar la situación. Podría haberlo llamado a Juan. O mejor aún, podría haberlo llamado a Pedro. Podría haber ido al cine con una amiga. Podría haber comprado una pizza e invitado a varios compañeros.
Podría haber escrito un poema o una carta en los que expresara su frustración. Podría haber repartido margaritas entre sus vecinos. Podría haber visitado a un amigo en el hospital. Lo que quiero decir es simple. Nuestros problemas siempre tienen más de una solución.
Muchas veces vi gente que se tambaleaba y sentía derrotada por no enfrentar un problema desde otro punto de vista. Solo se necesita dignidad y libertad para dirigir nuestras vidas. Felizmente, la opción depende de nosotros. La persona sana es aquella que tiene más alternativas posibles frente a cualquier conflicto que se le presente.

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No se trata de que no pueden ver la solución.
Es que no pueden ver el problema.
G. K. Chesterton